1 Alabado sea Jehová, etc. El objetivo de estas palabras iniciales simplemente es que la descendencia de Abraham debe colocar toda su bendición en la libre adopción de Dios. De hecho, fue una bendición no despreciarlos porque habían sido creados hombres, que habían sido apreciados en el mundo por el cuidado paternal de Dios, y que habían recibido sustento de su mano; pero fue un privilegio mucho más distinguido haber sido elegido para ser su pueblo peculiar. Mientras que toda la raza humana está condenada en Adán, la condición de los israelitas era tan diferente a la de todas las demás naciones, como para darles terreno para jactarse, que fueron consagrados a Dios. Esta es la razón por la cual el profeta acumula tantas palabras en elogio de esta gracia. No trata al gobierno de todo el mundo como lo hizo en el salmo anterior, pero celebra el favor paternal que Dios había manifestado hacia los hijos de Israel. De hecho, nombra sus obras y sus maravillas en general, pero las limita a ese pacto espiritual por el cual Dios eligió una iglesia, que podría llevar a la tierra una vida celestial. Él no tiene la intención de incluir entre estas maravillas, que el sol, la luna y las estrellas, se levantan diariamente para dar luz al mundo, que la tierra produce sus frutos en sus estaciones, que cada criatura viviente recibe abundancia de todo bien cosas para su comida, y que la familia humana es generosamente provista de tantas comodidades; pero celebra la gracia soberana de Dios, por la cual eligió para sí mismo de entre la raza perdida de Adán una pequeña porción de la cual podría mostrarse como padre. Por consiguiente, les ordena que se regocijen en el nombre de Dios y que lo invoquen; un privilegio por el cual solo la Iglesia se distingue. De donde se sigue, que este lenguaje está dirigido a los creyentes verdaderos, a quienes Dios tendría que glorificar en su nombre, ya que los ha tomado bajo su protección especial.

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