5 Llamé a Dios en mi angustia. Tenemos aquí una aplicación particular de la doctrina que mencionamos anteriormente, a la persona de David; con lo cual también se une el regocijo de toda la Iglesia, por cuyo bienestar público Dios hizo provisión al sostenerlo. Por su propio ejemplo, establece a los fieles, mostrándoles que no deben desmayarse en el día de la adversidad. Parece diseñado para anticipar una objeción, que puede surgir en la mente de los hombres en el momento en que se proclama la bondad de Dios: "¿Por qué permite que sus siervos estén tan oprimidos y afligidos?" Por lo tanto, David les recuerda, no obstante, que la misericordia de Dios nunca falla, porque tenemos en oración, consuelo y un antídoto para todos nuestros males. La temporada, también, en la que dice que hizo súplicas, por medio de las cuales obtuvo liberación, fue la de angustia, que nos conmueve, que el momento de la triste adversidad es más apropiado para abundar en oración.

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