18. A sus enemigos los vestiré de vergüenza. Se dijo anteriormente que los sacerdotes estaban "vestidos de justicia y salvación", ahora los enemigos de David están representados como "vestidos de vergüenza". No es suficiente que todo vaya bien por dentro. Dios debe mantenernos alejados de los diversos daños y males que nos sobrevienen desde afuera, y por lo tanto, tenemos esta segunda promesa agregada, que es una en la que reconocemos a menudo la bondad de Dios aún más que en las bendiciones en las que él puede derramarnos. El día de la prosperidad. Cuanto mayor sea el miedo que se apodera de nosotros cuando se expone a la agresión de los enemigos, más nos despertamos sensiblemente para obtener ayuda divina. El pasaje nos enseña que la Iglesia y el pueblo de Dios nunca disfrutarán de tanta paz en la tierra como para escapar de ser asaltados por la variedad de enemigos que Satanás agita para su destrucción. Es suficiente que se declare, por autoridad divina, que sus intentos fracasarán y que eventualmente se retirarán con ignominia y desgracia. La cláusula que sigue ha sido interpretada de diversas maneras. El verbo que hemos traducido para florecer, en la conjugación de Hiphil significa a veces ver, de modo que algunos han explicado las palabras En ese lugar se verá la corona de David, cuando el cuerno habrá sido hecho para brotar. Algunos derivan la palabra de ציף, tsits, un plato, como si se hubiera dicho que la corona del rey estaría resplandeciente con platos de oro. Pero considero que aquí se dice que la corona florece, tal como antes se hacía alusión a germinar o germinar. Isaías, por otro lado, habla (Isaías 28:5) de la corona de embriaguez de Efraín como una flor que se desvanece. Así lo tenemos aquí declarado que, por frágil que parezca la corona de David en su posteridad, sería fortalecida por alguna virtud secreta y florecería para siempre.

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