4. ¡Guárdame, oh Jehová! A las quejas y acusaciones, ahora agrega nuevamente la oración, de la cual parece más claro, como ya observé, que es Dios a quien busca ser su vengador. Es el mismo sentimiento repetido, con una o dos palabras cambiadas; porque él había dicho libérame, ahora dice que me guardes, y por el hombre malvado él sustituye la mano del malvado. Había hablado de que tramaban travesuras, ahora de su trama de cómo podrían arruinar a un pobre individuo desprevenido. Lo que había dicho sobre su fraude y engaño lo repite en lenguaje figurado, que no quiere enfatizar. Él habla de redes extendidas por todos lados para eludirlo, a menos que Dios interpusiera su ayuda. Aunque a primera vista las metáforas pueden parecer más oscuras que la oración en su simple expresión no figurativa, están lejos de oscurecer las declaraciones anteriores, y agregan mucho a la fuerza de ellas. De la palabra גאים, geim, que significa orgulloso o noble en el hebreo, aprendemos que no habla de hombres comunes, sino de hombres en el poder, que consideraron que no tendrían dificultades para aplastar Un individuo insignificante. Cuando nuestros enemigos nos atacan en la insolencia del orgullo, aprendamos a recurrir a Dios, que puede repeler la ira de los impíos. Tampoco quiere decir que lo atacaron simplemente con medidas audaces y violentas, porque se queja de la propagación de sus ginebras y trampas; se habla de ambos métodos, a saber, que aunque confiaban en el poder que poseían, idearon estratagemas para su destrucción.

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