1. ¡Oh Jehová! Te he llorado. De tal exordio y forma de orar, es evidente que David estaba trabajando bajo no poco juicio, ya que repite sus pedidos e insiste en recibir ayuda. Sin aventurarnos a decir algo definitivo sobre el tema, no desaprobaríamos la conjetura de que este salmo fue escrito por David con referencia a las persecuciones que sufrió de Saúl. Él nos enseña con su ejemplo a hacer una aplicación inmediata a Dios, y no ser tentado, como lo son los hombres malvados, a renunciar a la oración y confiar en otros recursos. Él dice que clamó a Dios, no al cielo o la tierra, a los hombres o a la fortuna, y otros objetos vanos, que se mencionan, al menos en primer lugar, en tales casos por los impíos. Si se dirigen a Dios, es con murmullos y quejas, aullando en lugar de rezar.

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