2. El que camina en integridad. Aquí debemos señalar que, en las palabras, hay un contraste implícito entre la vana jactancia de aquellos que son solo el pueblo de Dios en el nombre, o que solo hacen una simple profesión de ser, que consiste en observancias externas, y esto indudable y evidencia genuina de la verdadera piedad que David recomienda. Pero podría preguntarse, ya que el servicio de Dios tiene prioridad sobre los deberes de la caridad hacia nuestros vecinos, ¿por qué no se menciona aquí la fe y la oración? porque, ciertamente, ¿estas son las marcas por las cuales los hijos genuinos de Dios deberían haber sido distinguidos de los hipócritas? La respuesta es fácil: David no tiene la intención de excluir la fe y la oración, y otros sacrificios espirituales; pero como los hipócritas, para promover sus propios intereses, no escatiman en su atención a una multiplicidad de observancias religiosas externas, mientras que su impiedad, a pesar de todo, se manifiesta externamente en la vida, al ver que son una caída de orgullo, crueldad, violencia, y son entregados al engaño y la extorsión, el salmista, con el propósito de descubrir y sacar a la luz a todos los que son de tal carácter, toma las marcas y evidencias de la fe verdadera y sincera de la segunda tabla de la ley. De acuerdo con el cuidado que cada hombre toma para practicar la justicia y la equidad hacia sus vecinos, también demuestra que teme a Dios. David, entonces, no debe entenderse aquí como descansando satisfecho con la justicia política o social, como si fuera suficiente para darle a nuestros semejantes lo que es suyo, mientras que legalmente podemos defraudar a Dios de su derecho; pero él describe a los siervos aprobados de Dios, distinguidos y conocidos por los frutos de justicia que producen. En primer lugar, requiere sinceridad; en otras palabras, que los hombres deben conducirse en todos sus asuntos con soltería de corazón, y sin destreza ni astucia pecaminosas. En segundo lugar, él requiere justicia; es decir, que deberían estudiar para hacer el bien a sus vecinos, no lastimar a nadie y abstenerse de todo mal. En tercer lugar, exige la verdad en su discurso, para que no puedan hablar nada falsa o engañosamente. Hablar en el corazón es una expresión figurativa fuerte, pero expresa más a la fuerza el significado de David que si lo hubiera dicho desde el corazón. Denota tal acuerdo y armonía entre el corazón y la lengua, ya que el discurso es, por así decirlo, una representación vívida del afecto o sentimiento escondido dentro.

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