37 Observe al hombre perfecto David exhorta a los fieles diligentemente a considerar cada instancia que puedan encontrar de la gracia de Dios, así como de su juicio; pero él enseña, al mismo tiempo, que es en vano para cualquiera juzgar el primer aspecto de las cosas. Cuando los hombres no esperan paciente y silenciosamente el tiempo que Dios ha designado a su gusto, a menudo sucede que la fe se extingue, y la confianza en las promesas de Dios, al mismo tiempo, perece con ella. Esta es la razón por la cual David nos exhorta a observar y considerar, ya que cuando nuestras mentes están preocupadas por la tentación que una vez se nos presenta, el juicio apresurado es la causa de nuestro engaño. Pero si un hombre extiende su vista, como si fuera desde una torre de vigilancia, a una gran distancia, descubrirá que se ha dicho con verdad, que el final de los reprobados y el final de los justos son largos muy diferente. Esta cláusula, con respecto al final de estas dos clases de hombres, parece agregarse a modo de precaución, para que podamos aprender a suspender nuestro juicio, si Dios no logra inmediatamente lo que ha dicho. Si nos impacientamos en nuestros deseos, moderemos nuestras mentes por la reflexión, que el final aún no ha llegado, y que nos corresponde darle a Dios tiempo para restaurar el orden en el estado confuso de las cosas. Algunos explican la palabra אחרית, acharith, que representamos el fin de los impíos, de su posteridad. Esto, sin embargo, es incorrecto. David se refiere solo a la diferencia que subsiste entre ellos y los justos al final; para Dios, después de haber probado severamente a sus siervos y haber ejercido su paciencia, al final convierte su adversidad en una bendición, mientras convierte la alegría de los impíos en luto.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad