8. En Dios nos jactaremos (136) todo el día Esta es la conclusión de La primera parte del salmo. Para expresar el significado en pocas palabras, reconocen que, en todas las épocas, la bondad de Dios había sido tan grande hacia los hijos de Abraham, que les proporcionó un continuo asunto de acción de gracias. Como si la cosa todavía estuviera presente a su vista, reconocen que, sin cesar, deberían alabar a Dios, porque habían florecido y triunfado, no solo por una edad o por un corto período de tiempo, sino porque tenían continuaron haciéndolo sucesivamente de edad en edad, (137) por cualquier prosperidad que les haya sucedido, lo atribuyen a la gracia de Dios. Y, ciertamente, es entonces cuando los hombres experimentan de la prosperidad que les acontece, una alegría santa y bien regulada, cuando estalla en las alabanzas de Dios. (138) Tengamos en cuenta, en primer lugar, que este versículo se relaciona con el tiempo de alegría y prosperidad en el que Dios manifestó su favor hacia su personas; en segundo lugar, que los fieles aquí manifiestan que no son desagradecidos, ya que, dejando de lado toda jactancia vana, confiesan que todas las victorias por las cuales se hicieron grandes y reconocidos procedieron de Dios, y que fue solo por su poder que hasta ahora habían seguido existiendo y habían sido preservados con seguridad; y, en tercer lugar, que no solo se les había brindado una o dos veces la alegría, sino que esto existió durante mucho tiempo, en la medida en que Dios se había manifestado hacia ellos, durante un período largo e ininterrumpido, diversas pruebas y muestras de su favor paterno, de modo que la continuidad y, por así decirlo, la larga experiencia que habían tenido de él, debería haber sido el medio para confirmar su esperanza.

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