21 Estas cosas que has hecho hipócritas, hasta que sienten la mano de Dios contra ellos, están siempre listos para entregarse a un estado de seguridad, y nada es más difícil que despertar sus aprensiones. Con este lenguaje alarmante, el salmista pretende convencerlos de la certeza de la destrucción si presumen por más tiempo la tolerancia de Dios y, por lo tanto, provocan más su ira, imaginando que puede favorecer la práctica del pecado. El mayor deshonor que cualquiera puede arrojar sobre su nombre es el de acusar a su justicia. Es posible que estos hipócritas no se aventuran a hacerlo de manera abierta, pero en su imaginación secreta y corrupta creen que Dios es diferente de lo que él es, para que puedan aprovechar su tolerancia concebida para disfrutar de una falsa paz mental y escapar de la inquietud que no podían dejar de sentir si estaban persuadidos seriamente de que Dios era el vengador del pecado. Tenemos una prueba suficiente en la seguridad supina que muestran los hipócritas, de que deben haber formado tales falsas concepciones de Dios. No solo excluyen de sus pensamientos su carácter judicial, sino que lo consideran el mecenas y el autor de sus pecados. El salmista los reprende por abusar de la bondad y la clemencia de Dios, en el sentido de tener una vana esperanza de que puedan transgredir impunemente. Les advierte que dentro de poco serán arrastrados a la luz y que esos pecados que habrían ocultado a los ojos de Dios serían puestos en toda su enormidad ante su vista. Él establecerá la lista completa de sus pecados en un orden distinto, por lo que entiendo la expresión, poner en orden, antes de su vista, y obligarlos a su observación.

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