19 Entonces aceptarás sacrificios de justicia. En estas palabras hay una aparente, pero solo aparente, inconsistencia con otros que él había usado en el contexto anterior. Había declarado que los sacrificios no tenían valor cuando se consideraban en sí mismos, pero ahora reconoce que son aceptables para Dios cuando se los ve como expresiones o símbolos de fe, penitencia y acción de gracias. Los llama claramente sacrificios de justicia, justos, justificables y los que se ofrecen en estricta conformidad con el mandamiento de Dios. La expresión es la misma empleada en Salmo 4:5, donde David la usa con una condena tácita de aquellos que se glorificaron en la mera forma externa de ceremonias. Lo encontramos nuevamente excitándose a sí mismo y a otros por su ejemplo al ejercicio de la gratitud, y a la expresión abierta de ello en la solemne asamblea. Además de los sacrificios en general, se especifican dos tipos particulares de sacrificio. Aunque algunos consideran que כליל, calil, y עולה, olah, son ambos de un significado, otros sostienen con más exactitud que el primero debe entenderse como el significado del sacerdote sacrificio, porque en ella la ofrenda se consumía o se quemaba con fuego. (274) En la enumeración que hace, David se propone enseñarnos que ninguno de todos los ritos legales puede ser aceptado con Dios, a menos que se usen con un referencia al fin apropiado de su institución. La totalidad de este versículo ha sido aplicado en sentido figurado por algunos al reino de Cristo, pero la interpretación es antinatural y demasiado refinada. De hecho, Oseas llama a las acciones de gracias “las pantorrillas de los labios” (Oseas 14:2;) pero parece evidente que en el pasaje ante nosotros se unen junto con el marco o la disposición del corazón esas solemnes ceremonias que constituía parte de la antigua adoración.

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