REFLEXIONES

¡LECTOR! que tú y yo miremos a este hombre según el corazón de Dios, y temblar al recordar lo que es el hombre en sus logros más elevados, si se lo deja por un momento sin gracia. ¡Oh! qué importante verdad es, y debe ser, para que quede impresa en la mente, que nuestra pobre naturaleza caída es la misma en todos los hombres: la hay, no puede haber diferencia: una estirpe corrupta debe producir una generación corrupta; y esto en una sucesión interminable de padres a hijos.

Y que las semillas del pecado no produzcan el mismo grado de flor y fruto en todos los hombres, no surge de ninguna diferencia en nuestra naturaleza, sino de la gracia preventiva y restrictiva de Dios. ¡Oh! ¡Cuán bienaventurado es ver esto y estar convencidos de ello, que no solo podemos atribuir toda la alabanza donde esa alabanza es debida, sino que también podemos caminar con tan santo temor y cautela, en medio de las innumerables tentaciones que surgen tanto de nuestra propia alabanza! la naturaleza y los peligros por todas partes, como para estar siempre en la atalaya, y mientras pensamos estar de pie, para estar atentos para que no caigamos. Y sobre todo, estar siempre buscando la gracia de lo alto, sabiendo que los que son guardados son guardados por el poder de Dios mediante la fe para salvación.

Lector, no descartemos la contemplación de un tema que nos interesa tanto, sin recoger de la reseña, bajo la enseñanza divina, otra mejora, a saber, que como los mejores de los hombres no son más que hombres, y no pueden evitar caer. ; así que cuando, por la fuerza de la tentación externa y la debilidad de nuestras propias facultades internas, en algún momento nos encontramos con una falta, es bueno estar convencidos de que ningún esfuerzo propio puede devolvernos el favor divino.

David sabía esto y por eso, en otro de sus Salmos, da la gloria a Dios por su recobro por gracia. "Restauras mi alma (dice él); me conduces por sendas de justicia, por amor de tu nombre". Por tanto, busquemos del Señor la gracia y la renovación del Espíritu Santo para levantarnos cuando caigamos y restaurar en nuestras almas la luz de su rostro.

Y por último, y sobre todo, recordemos, y tengamos siempre presente, que todos nuestros perdones, todos nuestros recobros después de descarríos, nuestra perseverancia en la gracia, nuestra preservación final para el reino de Dios, así como nuestro primer despertar del pecado; todos y cada uno es el único resultado del pacto de amor de Dios en Cristo, y los méritos de su sangre y justicia. ¡Sí! ¡Tú, precioso, bendito Jesús, tú que eres el Señor nuestra justicia! es el compromiso misericordioso de tu Padre contigo, y la eficacia de tu obediencia y muerte, lo que se convierte en la causa eterna y la seguridad de todas nuestras misericordias.

Dios es un Dios que perdona a todos tus redimidos, porque hay una eterna aceptación en tu Persona y en tu obra, a pesar de nuestras múltiples desviaciones, rebeliones y pecados. Y aunque esas desviaciones hieren nuestras almas, aunque esas recaídas dan testimonio diario de nuestra pobre naturaleza corrupta, aunque esos pecados nos alegan, y Satanás está dispuesto a acusar; sin embargo, precioso Jesús, tu sangre es una sangre que habla, y habla más por nosotros que todos los que están contra nosotros.

¡Oh! ¡Concede a nuestras almas el beneficio diario y cada hora de tu gran salvación! Señor, que este sea el gozo continuo de todos tus redimidos, que tenemos redención por tu sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de tu gracia. Amén.

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