34. Cuando los mató, entonces lo buscaron. Por la circunstancia aquí registrada, se pretende agravar su culpa. Cuando bajo la convicción de su maldad reconocieron que fueron castigados con justicia, y sin embargo no se humillaron con sinceridad de corazón ante Dios, sino que se burlaron de él, con la intención de desanimarlo con falsas pretensiones, su impiedad era menos excusable. Si un hombre que ha perdido su juicio no siente sus propias calamidades, es excusable porque es insensible; pero el que se ve obligado a reconocer que es culpable y, sin embargo, siempre continúa igual, o después de haber buscado perdón a la ligera, en palabras justas pero engañosas, de repente regresa a su estado mental anterior, manifiestamente con tal vacío de corazón que La enfermedad es incurable. Aquí es tácitamente insinuado, que los castigos, por los cuales un pueblo tan obstinado estaba obligado a buscar a Dios, no eran de un tipo común u ordinario; y se nos informa, (versículo 35, (339) ) no solo que estaban convencidos de la maldad, sino también que estaban afectados con un sentido y un recuerdo de la redención de la cual cayeron. De este modo, son los más efectivamente privados de toda excusa por ignorancia. El lenguaje implica que no fueron llevados inadvertidamente, ni engañados por ignorancia, sino que habían provocado la ira de Dios, al tratar con traición, como si fuera con un propósito deliberado. Y, de hecho, Dios abrió los ojos con la vista de descubrir más abiertamente su desesperada maldad, como si, sacudiéndose su hipocresía y adulación, los sacara de sus lugares al acecho hacia la luz.

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