El breve diálogo que sigue se refiere a los verdaderos medios de obtener este bien realmente deseable, el alimento que permanece; es el verdadero modo de ἐργάζεσθαι ( trabajar ).

vv. 28, 29 . “ Entonces le dijeron: ¿ Qué debemos hacer para hacer las obras de Dios? 29. Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en Aquel a quien Él ha enviado.

Como había dicho Jesús: “Trabajo (literalmente, trabajo )”, los oyentes, creyendo haber entrado en su pensamiento, le preguntan: ¿Cómo trabajar? ¿En qué consisten estas obras para obtener el alimento que Tú ofreces? Las llaman obras de Dios , por ser exigidas por Dios como condición de este don. Comienzan aquí desde el punto de vista legal, y ven en estas obras por hacer una obra por la cual el alimento milagroso es el pago.

Me es imposible ver que pueda haber algo “grotesco” o improbable en esta respuesta de los judíos ( Reuss ). Corresponde con muchas preguntas del mismo tipo en los Sinópticos. ( Mateo 19:16 ; Lucas 10:25 , etc.

) Jesús, a su vez, entra en esta idea de obras por hacer; sólo Él las reduce todas a una sola: la obra , en contraposición a las obras ( Juan 6:28 ).

Esta obra es fe en Él; en otros términos: el don de Dios debe ser, no merecido, sino simplemente aceptado. La fe en Aquel a quien Dios envía para comunicarlo es la única condición para recibirlo. Es evidente que, en este contexto, el genitivo τοῦ θεοῦ, de Dios , designa, no al autor de la obra ( Agustín ), sino a aquél con referencia a quien se hace: se trata de la obra que Dios exige.

Lo que se llama paulinismo está implícito en esta respuesta, que puede llamarse el punto de unión entre Pablo y Santiago. La fe es realmente una obra, la obra más alta , porque por ella el hombre se da a sí mismo, y un ser libre no puede hacer nada más grande que darse a sí mismo. Es en este sentido que Santiago opone el trabajo a una fe que es sólo una creencia intelectual muerta; como lo es en un sentido análogo, que St.

Pablo opone la fe a las obras de mera observancia. La fe viva de Pablo es, en el fondo, la obra viva de Santiago, según aquella fórmula soberana de Jesús: “ Esta es la obra de Dios, que creáis. A la discusión de la verdadera obra humana que conduce a la posesión del don celestial se une una nueva en el camino hacia la consecución de la fe. Los judíos piensan que para este fin les hace falta nuevos milagros. Jesús les declara que la verdadera señal está presente; es Él mismo.

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