Pablo expresa su certeza de que ninguno de estos esfuerzos logrará arrancar al creyente de los brazos envolventes del amor de Cristo. Hay en este amor un poder que vencerá todas las debilidades del desánimo, todos los hundimientos de la duda, todos los temores de la carne, todos los horrores de la ejecución. Pablo no dice simplemente νικῶμεν, somos vencedores , sino ὑπερνικῶμεν, somos más que vencedores; hay un excedente de fuerza; podríamos superar pruebas aún peores si el Señor las permitiera.

¿Y con qué fuerza? El apóstol, en vez de decir: por el amor del Señor, se expresa así: por el Señor que nos amó. Es su persona viva la que actúa en nosotros. Porque es Él mismo en su amor quien nos sostiene. Este amor no es un simple pensamiento de nuestra mente; es una fuerza que emana de Él. La lectura greco-latina: διὰ τὸν ἀγ., a causa de Él ..., haría de Jesús simplemente la causa moral de la victoria. Evidentemente, esto es demasiado débil.

Tal vez se pregunte si nunca se ha conocido a un cristiano que niegue su fe en el sufrimiento y la persecución. Sí, y no es una certeza matemática lo que el apóstol desea afirmar aquí. Es un hecho de la vida moral lo que está en cuestión, y en esta vida la libertad tiene siempre su papel que desempeñar, como lo tuvo desde el primer momento de la fe. Lo que Pablo quiere decir es que nada nos arrancará de los brazos de Cristo en contra de nuestra voluntad, y mientras no nos neguemos a permanecer en ellos nosotros mismos; borrador Juan 10:28-30 .

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