Más que conquistadores ; sobre todas nuestras pruebas; no sólo no lograrán separarnos del amor de Cristo, ni disminuir nuestro amor por él, ni causarnos ningún daño real, sino que nos harán un gran bien; mostrándonos la maldad del pecado y la vanidad del mundo, avivándonos en el deber, y haciéndonos más santos y más felices.

Aquel que nos amó ; Jesucristo, el mismo ayer, hoy y por los siglos. Todas las bendiciones de los creyentes les llegan a través de Jesucristo. Son dados por su cuenta, y son la compra de su sangre. Deben, por tanto, despertar en quienes las disfrutan, una gratitud no fingida y siempre creciente, y llevarlos a entregarse en cuerpo y alma para siempre a su servicio.

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Antiguo Testamento