Pero como Dios es veraz, nuestra palabra para con vosotros no fue sí y no . Llamo por testigo al Dios verdadero, que es testigo fiel y verdadero, de que al enseñaros no os engañé, y, por tanto, que no fue mi intención fallaros cuando prometí venir a vosotros.

Esto le enseña al predicador a tener cuidado con la ligereza y la inconstancia de la vida, no sea que la gente infiera de ello que la verdad que predica es igualmente imprecisa e incierta.

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