Ruego por ellos (para que los hagas crecer en el conocimiento y el amor de Ti y de Mí): no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque son tuyos. Y de ahí que los herejes en tiempo de S. Agustín (haciendo un mal uso de sus escritos) enseñaran que Cristo oraba sólo por los predestinados; y que, por lo tanto, cualquier pecado que cometieran no podría dañarlos, y que ninguna buena obra podría ser útil para los réprobos.

Esta herejía fue renovada por Juan Huss y Martín Lutero. Pero la Escritura nos enseña que Cristo nació y murió por todos los hombres, incluso por los réprobos, o más bien por los que serían réprobos a causa de sus pecados. Véase Lucas 23:34 ; 2 Corintios 5:14-15 ; Juan 1:9 ; 1 Timoteo 2:4 .

Porque Cristo, por su parte, proporciona a todos los hombres los medios necesarios para la salvación. Sus sacramentos están constituidos para todos. Sus Apóstoles envió a todas las naciones. Él ofrece Su enseñanza y Su gracia a todos. Él ha hecho suficientemente Su parte para la salvación de ellos. Pero Él aquí ora especialmente por sus fieles, y con oración eficaz, para que Dios los guarde en la fe y la gracia que les ha dado.

Así S. Agustín, que en otra parte dice, no ruego que aquellos que probablemente hasta el final de sus vidas permanezcan (en) el mundo, es decir, continúen siendo incrédulos e impíos. (2.) Es mejor, y más preciso, suponer que Cristo oró aquí solo por los Apóstoles. Porque después de haber orado por ellos, oró por los que más tarde creerían por la predicación de ellos (Juan 17:20). Por lo tanto, no oró por ellos.

Tampoco oró aquí por el mundo, aunque oró después por sus asesinos. Y por el poder de esa oración muchos de ellos se convirtieron a la predicación de San Pedro. Pero en este lugar no oró por ellos, sino, como dije, sólo por los Apóstoles, los futuros propagadores del Evangelio, y por los jefes de la Iglesia. versión 10. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío. Estoy a punto de partir, y te encomiendo a Mis discípulos; porque son Tuyos, y elegidos por Ti para vida eterna y encomendados a Mi cuidado.

Pero siguen siendo Tuyos, aunque me han sido dados. Y aunque, como digo, me fueron dados, sin embargo, siempre fueron Míos; porque todo lo que tienes es Mío, en razón de nuestra unidad de Esencia. Entonces SS. Cirilo y Crisóstomo.

Y yo soy glorificado en ellos. Porque creen en Mí, Me aman, adoran, adoran y Me predican como el Mesías y el Hijo de Dios. Así Cirilo y Crisóstomo.

Moralmente. Aprended, pues, que Dios y Cristo son glorificados en nosotros, cuando hacemos lo recto, y especialmente cuando predicamos su fe, y convertimos a los incrédulos y a los impíos. San Agustín ( in loc . ) lo toma de otra manera, poniendo el asunto como pasado, en lugar de que sea por venir. Porque lo que es pasado es una cuestión de mayor certeza. Oro por los Apóstoles, porque estoy a punto de ser glorificado por ellos, cuando prediquen Mi Deidad en todo el mundo.

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