versión 59. Este es el pan , etc. Insinúa lo mismo que he dicho al final del versículo anterior. Porque Cristo descendió del cielo no como hombre, sino como Dios. Por tanto, quien lo come en la Eucaristía vivirá para siempre, porque en verdad come a Dios y a la Deidad, la cual, estando siempre presente con quien come, le insufla continuamente su propia vida. Escucha S. Ambrosio ( Serm.

18 en Sal. cxviii.), "¿Cómo morirá aquel cuyo alimento es la Vida?" Y ahora, describiendo sus maravillosos efectos, "Acérquense a Él y sean saciados, porque Él es Pan. Acérquense a Él y beban, porque Él es una Fuente. Acérquense a Él y sean iluminados, porque Él es Luz". Acercaos a Él y sed libres, porque donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Acercaos a Él y sed absueltos, porque Él es remisión de pecados.

Y San Bernardo ( Serm. de Cæna. Dom. ) dice: "Dos cosas obra en vosotros el sacramento: disminuye el sentido (del pecado) en las cosas menores, y en los pecados más graves quita por completo el consentimiento". de nuevo dice: "Si alguno de vosotros no siente con tanta frecuencia ni con tanta severidad los movimientos de ira, envidia, lujuria y pasiones semejantes, dé gracias al Cuerpo y a la Sangre del Señor, porque la virtud del Sacramento obra en tú.

Y S. Crisóstomo en Salmo 22:5 (Vulg.), dice sobre las palabras: "Tú has preparado una mesa delante de mí, contra los que me inquietan", "Que los que tienen problemas de la carne vengan a la mesa de el Fuerte, y la tribulación se convertirá en consolación". Por último, San Cirilo dice: "El cuerpo de Cristo vivifica, y por nuestra participación en él nos restaura a la incorrupción. Porque es el cuerpo de nada menos que de la Vida misma. Conserva la virtud del Verbo Encarnado, y está llena del poder de Aquel por quien todas las cosas viven y tienen su ser".

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