Mi cabeza no ungiste con aceite: mas esta mujer ungió mis pies con ungüento. Cuanto más apreciado el huésped, más preciosos los perfumes con los que fue ungido. Tú no ungiste Mi cabeza, pero ella ha ungido Mis pies con ungüento muy precioso. Mira de nuevo cómo te supera en amor y devoción. "No que el Señor", como dice Ambrosio, "valorara el ungüento, sino el amor, la fe y la humildad". Por lo tanto Cristo concluye,

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Antiguo Testamento