Cuando los que los alimentaban vieron lo que pasaba, huyeron (para que no perecieran ellos también. Tito), y fueron y lo contaron en la ciudad y en el campo. A los dueños, para que exigieran reparación a Cristo, que había entregado los cerdos al poder de los demonios, y no culparan de su pérdida a los que estaban a cargo de la manada.

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Antiguo Testamento