Entonces ellos (los habitantes de la ciudad y de los alrededores) salieron para ver lo que pasaba; y vino a Jesús. Primero deseaban determinar el alcance de su pérdida. Entonces "vinieron a Jesús" para ver al autor del mal que les había sobrevenido, y al hombre de quien habían sido expulsados ​​los demonios. Porque su pérdida fue tan grande que estaban ansiosos por ver si había alguna posibilidad de reparación.

Y halló al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido y en su sano juicio. Es muy probable que el hombre, tan pronto como los demonios fueron echados fuera, cayera de rodillas a los pies de Cristo para darle gracias, y que cuando se le pidió que se sentara, con reverente humildad se puso a los pies de Jesús.

Y tenían miedo. Para que Cristo no los castigue a causa de su ira y sus murmuraciones contra Él, y tal vez los entregue al poder de los demonios.

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