Quien quisiera, lo consagró - i. e., no ejerció discreción, pero permitió que cualquiera se convirtiera en sacerdote, sin importar su nacimiento, carácter o posición social. Podemos sospechar de esto que la oficina no era muy buscada, ya que ningún gobernador civil que se preocupara por establecer un sacerdocio desearía degradarlo en la estimación pública. Jeroboam sí impuso una limitación, que habría excluido a la clase más pobre. El candidato a la consagración se vio obligado a hacer una ofrenda compuesta por un becerro joven y siete carneros 2 Crónicas 13:9.

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