La continuación de los altares idólatras hasta este momento muestra que Ezequías había estado más ansioso por construir que por destruir, por establecer la adoración a Yahweh que por erradicar la idolatría. Ahora, sin embargo, una vez que se realizó el trabajo más importante, se abrió el templo y se restauró el servicio diario, la atención podría centrarse en el objeto secundario de eliminar de la ciudad todos los rastros de la apostasía tardía.

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