El Abana es el Barada, o verdadero río de Damasco, que, que se eleva en el anti-Libanus, fluye hacia el oeste desde su pie y forma el oasis dentro del cual se coloca Damasco. El Pharpar generalmente se identifica con el Awaaj.

Naamán piensa que, si lavarse es para curarlo, sus propios ríos pueden cumplir el propósito. Su agua era más brillante, más clara y más fría que la de Jordania.

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