Este capítulo marca el comienzo de la serie de eventos que precedieron inmediatamente al Éxodo. Hasta aquí la narración ha sido esmeradamente breve, enunciando sólo lo necesario para que se supiera como preparatorio de aquellos hechos; pero a partir de este punto, Moisés se detiene minuciosamente en los detalles y nos permite darnos cuenta de las circunstancias de la catástrofe que, en sus consecuencias inmediatas y remotas, es única en la historia del mundo.

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