Después de esta inauguración, el servicio regular se reanudará y será aceptable para Dios (compárese Malaquías 1:11).

La epístola a los hebreos Heb. 8-10 nos ayuda a reconocer en esta visión el símbolo de la purificación de la Iglesia de Dios por la sangre limpiadora de Cristo, Víctima y sacerdote.

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