Con el último verso de Jeremias 2 terminó el rollo de Joacim: con el primer verso de Jeremias 21:1 comienza un resumen de varias profecías Jer. 21–24 se dirigió a Sedequías en su noveno año, y llamó al pergamino de Sedequías. La ocasión de esta profecía fue la embajada enviada por Sedequías a Jeremías, pidiendo sus oraciones cuando el ejército caldeo avanzaba hacia Jerusalén. Tan claramente el profeta previó el resultado que no podía darle al rey ninguna esperanza. Su respuesta, contenida en el pergamino, se divide en dos partes, en el primer Jer. 20–22, el profeta repasa la conducta de la casa real: en la segunda Jeremias 23:9-4, la de los sacerdotes y profetas; cerrando con una visión Jeremias 24:1 en la que muestra la condición lamentable de Sedequías y su pueblo.

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