Una prueba sorprendente de la eficacia de ese mismo sacerdocio aarónico que los rebeldes se habían atrevido a rechazar. La ofrenda de incienso que había traído destrucción cuando fue presentada por manos no autorizadas, ahora en la mano del verdadero sacerdote es el medio de salvación instantánea para todo el pueblo. Aarón, por su ministerio aceptable y su abnegación personal, prefigura enfáticamente en esta transacción la perfecta mediación y el sacrificio de sí mismo hecho por Cristo.

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