Esta pretensión de una fiesta religiosa nos da una idea de algunas características extrañas de la religión popular bajo la monarquía de Judá. La ramera usa la palabra técnica Levítico 3:1 para las "ofrendas de paz", y las convierte en el punto de partida para su pecado. Deben comerse el mismo día en que se les ofrece Levítico 7:15, y ella invita a su víctima a la fiesta. La que habla es una "extranjera" que, bajo una muestra de conformidad con la religión de Israel, aún conserva sus viejas nociones (ver Proverbios 2:16 nota), y un día de fiesta para ella no es más que un tiempo de autocomplacencia, que puede invitar a otro a compartir con ella. Si asumimos, como es probable, que estas rameras de Jerusalén eran principalmente de origen fenicio, la conexión de su adoración con su pecado sería solo la continuación de su "culto" original.

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