Me acosté y dormí - A pesar de estos problemas y peligros, tuve tanta confianza que Dios escucha las oraciones, y tanta confianza en su protección, que me acosté gentilmente y dormí bien El salmista menciona esto como una prueba notable de la protección y el favor divinos. Fue expulsado de su capital, su trono y su hogar. Se vio obligado a deambular como un pobre fugitivo, acompañado solo por unos pocos amigos. Fue perseguido por enemigos, que fueron contados por miles. Fue exiliado y perseguido por su propio hijo; y con este hijo había hombres de edad y de experiencia en la guerra. Las fuerzas de sus enemigos podrían atacarlo en cualquier momento. En estas circunstancias, perseguido como era, y bajo toda la ansiedad y angustia que sentía por la conducta desagradecida de su propio hijo, lo consideraba como una prueba singular del favor divino, y como una ilustración de la paz que la confianza en Dios le da a quienes confían en él, que en una noche tan terrible se le permitió acostarse tranquilamente y dormir. Como tal prueba e ilustración, puede considerarse aquí: una prueba del indescriptible valor del favor divino, y una ilustración del efecto de la confianza en Dios al dar calma y tranquilidad en tiempos de problemas. Salmo 127:2.

Me desperté - Todavía a salvo y seguro. No había sido atacado repentinamente por sus enemigos y hecho dormir el sueño de la muerte; No había sido aplastado por la angustia del espíritu. Que estamos "despiertos" en la mañana después del sueño reparador de una noche; que nos elevamos nuevamente a los placeres de la vida; que se nos permita nuevamente saludar a nuestros amigos y unirnos a ellos en los privilegios de la devoción, siempre debe considerarse como una nueva prueba de la bondad de Dios, y debe conducir a actos de alabanza. No tenemos poder para despertarnos a nosotros mismos; y cuando recordamos cuántas personas nos quitan de nuestro mundo cada noche, cuántas hay que se acuestan para dormir para no despertar más, nunca deberíamos levantarnos de una cama de reposo sin dar nuestros primeros pensamientos en agradecimiento a nuestro Gran Conservador.

Porque el Señor me sostuvo - Él me evitó el peligro; Me preservó de la muerte. Y es tan cierto ahora como lo era entonces, que Dios es el sostén de la vida cuando los hombres duermen. El nos guarda; él hace que la acción del corazón continúe mientras impulsa la sangre a través de nuestro marco; él asegura el suave movimiento de los pulmones, tanto cuando dormimos como cuando nos despertamos.

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