No hay rey ​​salvado por la multitud de un anfitrión - Por el número de sus ejércitos. Su seguridad, por numerosas y poderosas que sean sus fuerzas, está solo en Dios. Él es el gran Protector, cualquiera que sea el medio que los hombres puedan usar para defenderse. Los ejércitos más numerosos y mejor organizados no pueden asegurar una victoria. Después de todo, está totalmente en manos de Dios. Una enfermedad degenerativa en un campamento puede vencer todos los planes de guerra; o el éxito en la batalla puede depender de contingencias que ningún comandante podría anticipar o contrarrestar. Un motín en un campamento, o un pánico en el campo de batalla, puede desconcertar los mejores planes; o las fuerzas pueden venir contra un ejército que fue inesperado; o tormenta y tempestad pueden desorganizar y frustrar todo el plan de la campaña. Ver Eclesiastés 9:11.

Un hombre poderoso - Un hombre fuerte; un gigante, como Goliat de Gat. La "fuerza" no es lo único necesario para asegurar una victoria.

No se entrega con mucha fuerza - Por el solo hecho de que es fuerte. Se necesitan otras cosas para asegurar el éxito; y Dios tiene poder para organizar eventos que la mera fuerza no servirá de nada.

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