Sin embargo, las grandes bendiciones traen una condenación igual sobre aquellos que las rechazan. "La razón por la que Pablo, como Pedro, no instó a sus oyentes a arrepentirse y bautizarse, para que pudieran estar en Cristo y disfrutar de la remisión de sus pecados, fue porque, como veremos más adelante, vio que no estaban preparados para tal exhortación" (Reese p. 483).

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