todos ; los malvados, que habitan en los países sujetos a su poder, y que no tienen religión verdadera. No hay seguridad contra abrazar los errores más peligrosos y unirse a las prácticas más abominables, excepto en esa gracia distintiva de Dios que lleva a los hombres a confiar en el Redentor, y en las buenas obras a encomendarle la guarda de sus almas.

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Antiguo Testamento