Moisés ahora alega su falta de elocuencia. La tradición judía dice que tenía un impedimento real en su habla, al no poder pronunciar los labiales. Sin embargo, sus palabras aquí no implican necesariamente ningún defecto positivo de este tipo. Quiere ser excusado e insta a que se requiera un hombre más elocuente que él para persuadir al rey de Egipto de que libere a Israel, y también a los israelitas para que confíen en la guía de Jehová. Por esto es reprendido, pero no excusado. Se le da a Aarón como portavoz.

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