Job concluye que los argumentos de los amigos son inútiles, ya que ha demostrado que los malvados no obtienen sus merecimientos.

Así termina el segundo ciclo de debate, cuyo tema principal es la afirmación negada por Job, de que los problemas se apoderan del malhechor. Job no se ocupa de esto en su primer y segundo discurso, que se centra en sus propias calamidades, y se eleva a la convicción de que después de su muerte Dios revocará el veredicto sobre él, y que en el Seol él mismo conocerá esta reivindicación. En su tercer discurso afirma contra los amigos la prosperidad de los malvados.

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