Ella se comunicó con él de todo lo que había en su corazón, de todas las dudas y dificultades con las que su mente estaba perpleja. Tenía libertad para proponer lo que quisiera que se resolviera. Salomón le contó todas sus preguntas. Las respondió satisfactoriamente. No hubo nada que él no le dijera. No hubo nada sobre lo que ella preguntara, por difícil que fuera, que no le revelara.

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