El rey Salomón amaba a muchas mujeres extrañas. No era culpa suya haberse casado con la hija de Faraón; ella es una prosélita, como generalmente se supone, de la religión judía. Pero al casarse con tantas otras mujeres además, cometió dos pecados contra la ley; uno en multiplicar esposas, y otro en casarse con personas de naciones extrañas, que aún conservaban su religión idólatra; que estaba expresamente en contra de la ley, como declara el siguiente versículo.

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