Y encontró a Eliseo en su viaje hacia Damasco. Que estaba arando con doce yuntas de bueyes que tenía doce arados en marcha, de los cuales once eran manejados por sus siervos, y el último por él mismo; según la sencillez de aquellos tiempos antiguos, en los que los hombres de buena posición se sometían a los trabajos más humildes. Echa su manto sobre él Mediante esa ceremonia que le confiere el oficio de profeta, que a Dios le agradó acompañar con los dones y las gracias de su Espíritu, con el que lo dotó y capacitó para ello.

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