El Espíritu del Señor se apartó de Saúl, que vino sobre él cuando fue nombrado rey por primera vez, y continuó con él hasta este momento, pero que Dios ahora se lo quitó, privándolo de la prudencia, el valor y la prontitud, y otros dones con los que lo había calificado para su empleo público. Un espíritu maligno del Señor. Es decir, con el permiso de Dios, quien lo entregó para que lo golpeara Satanás. Le preocupabaLe despertaron pasiones rebeldes, como la envidia, la rabia, el miedo o la desesperación. De ahí que se pusiera irritable, irritable y descontento, tímido y desconfiado, con frecuencia sobresaliendo y temblando, como parece importar la palabra hebrea que se usa aquí. Por lo tanto, se volvió muy inadecuado para los negocios, a veces estaba melancólico, o furioso y distraído, y siempre lleno de ansiedad y solicitud de mente.

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