El Señor mata y da vida. El poder de la vida y la muerte está en las manos de Dios; al que agrada, saca del mundo, y al que agrada, lo preserva en él; levantando a los hombres incluso desde el borde de la tumba, cuando están listos para caer en ella. El Señor empobrece, etc. Aquí ella reconoce el poder de Dios, al cambiar con frecuencia las condiciones de los hombres, reducir a los ricos a la pobreza extrema y exaltar a los pobres a grandes riquezas.

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