Y no permitió que se levantaran contra Saulo. Él no solo no haría este mal él mismo, sino que tampoco permitiría que los que estaban a su alrededor lo hicieran. Así le pagó bien por mal, de quien había recibido mal por bien; y fue aquí tanto un tipo de Cristo, que salvó a sus perseguidores, como un ejemplo para todos los cristianos, no para ser vencidos del mal, sino para vencer el mal con el bien. David también salió de la cueva y lloró tras Saúl. Un atrevido intento de aventurarse ante la presencia de un enemigo tan enfurecido. Pero su inocencia y confianza en Dios lo envalentonaron, especialmente al tener una evidencia tan fuerte que dar de su integridad.

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