Hizo que todos los presentes se mantuvieran firmes. Les hizo comprometerse mediante un juramento o pacto, de que observarían las leyes de Dios, como sus predecesores lo habían hecho anteriormente, y que de hecho antes estaban obligados a hacer. Los habitantes de Jerusalén hicieron según el pacto, etc. Cumplieron con el mandato de Dios y del rey, en cuanto a los actos externos del culto a Dios, aunque no con un corazón recto y renovado, como parece la historia. Servir, incluso servir al Señor su Dios. La repetición muestra que esto era lo único en lo que estaba dispuesto su corazón. En todo lo que hizo, no pretendía nada más que comprometerlos con Dios y con su deber.

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