Entonces el sacerdote Hilcías, etc., fue a la profetisa Hulda. Esta es la única mención que tenemos de esta profetisa; y ciertamente le honra mucho que la consultaran en esta importante ocasión, cuando se supone que no sólo Jeremías, sino también Sofonías, fue profeta en Judá. Pero Sofonías, quizás, no habría comenzado a ser profeta en ese momento; porque, aunque se nos dice que profetizó en los días de Josías, ( Sofonías 1:1,) sin embargo, no sabemos en ninguna parte en qué parte del reinado de Josías entró en el oficio profético. Y Jeremías podría entonces estar ausente de Jerusalén, en su casa en Anathoth, o en alguna parte más remota del reino; de modo que, considerando la prisa y la impaciencia de Josías, tal vez no haya otra persona adecuada a quien dirigirse que esta profetisa. Y el rey y sus ministros, que fueron a preguntar, estando bien seguros de su fidelidad en la entrega del consejo de Dios, concluyeron acertadamente que era mucho más digno de consideración el mensaje que Dios enviaba que quién lo transmitía. Ver Poole y Dodd. Ahora vivía en el colegio donde los hijos de los profetas y otros que se dedicaban al estudio de la palabra de Dios, solían reunirse y hablar de las cosas de Dios y recibir las instrucciones de sus maestros.

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