Y la madre del niño dijo: No te dejaré hasta que vayas conmigo; porque no tenía mucha confianza en Giezi, ni su fe era tan fuerte como para pensar que el profeta podía obrar un milagro tan grande a esa distancia y con su cayado. Y él se levantó y la siguió. Superado por su importunidad y su ternura para con tan gran amigo.

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