Y la madre del niño dijo: Vive el SEÑOR, y vive tu alma, que no te dejaré. Y él se levantó y la siguió.

Ver. 30. Y él se levantó y la siguió. ] Como también nuestro Salvador, en una ocasión similar, se levantó y siguió a Jairo, Mateo 9: 18-19 sin ofenderse por su fe débil, ni apartarlo, como presumiendo prescribir.

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