Que el corazón del rey estaba hacia Absalón, que deseaba verlo y que lo devolviera a su país; pero se avergonzó de mostrar bondad a aquel a quien la ley de Dios y su propia conciencia le obligaban a castigar. Quería, por tanto, un buen pretexto para él, que ahora Joab le proporcionó.

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