Que el rey recuerde al Señor tu Dios, en cuya presencia me has hecho esta promesa, de impedir que el vengador de la sangre cause más destrucción en mi familia. Tenía la intención de atraerlo así, distante e insensiblemente, a la obligación de un juramento: y su discurso tuvo el efecto deseado; porque el rey, para convencerla de la integridad de sus intenciones, respondió inmediatamente: Vive el Señor, que no caerá a tierra ni un solo cabello de tu hijo.

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