Tus labios caen como un panal de miel. Tus discursos, tanto para mí en oración y alabanza, como para los hombres por su edificación, me son sumamente aceptables. Miel y leche hay debajo de tu lengua Palabras más dulces y agradables que la miel o la leche. El olor de tus vestiduras, de la justicia con que te he adornado; es como el olor del Líbano, que era muy dulce y agradecido con respecto a la gran cantidad de especias aromáticas y árboles que crecían en esa montaña.

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