Hemos pecado y cometido iniquidad. Daniel usa aquí la misma confesión que se prescribe en la oración de consagración de Salomón para que la usen los judíos en la tierra de su cautiverio; con una promesa adjunta, de una respuesta favorable que Dios daría a las súplicas que le presentaran en tal ocasión: ver al margen. Y siendo uno de la nación judía, habla de sus pecados como propios; y, aunque ciertamente es un hombre santísimo, se pone a sí mismo entre los pecadores más grandes. Parece haber una especie de gradación en las confesiones del profeta aquí, comenzando con los pecados en general y llegando a la rebelión y la apostasía.

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