De hacer cumplir las leyes promulgadas contra la idolatría, y calculadas para preservar y promover la pureza del culto divino, Moisés procede ahora a inculcar algunos deberes importantes pertenecientes a la segunda mesa, pero no en ningún orden exacto, ni sin intercalar algunos preceptos respecto a asuntos ceremoniales. Comienza con algunos reglamentos designados para asegurar la preservación de la parte más importante de la propiedad de un prójimo, su vida.

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